Muchas mañanas viene mi marido a la cocina y me pregunta
«con qué me vas a sorprender
»; yo siempre le contesto
«con lo que quieras
». Hoy no esperaba la petición que me hizo:
«me apetecen unos callos
». Este plato no es algo que se pueda improvisar porque a veces hay que encargar el elemento principal que es el cuajar, las manitas y los chorizos y morcillas a nuestro gusto. Aun así, se puede preparar con un poco de ingenio. Yo lo resolví de la manera que os voy a comentar. Siempre tengo en la despensa latas de callos de una reputada marca y garbanzos congelados para cocidos o potajes, así como chorizos y morcillas. Por tanto, pude preparar el plato sin necesidad de salir a comprar.
Ingredientes
1 kg de garbanzos remojados
2 latas grandes de callos
1 cebolla
3 dientes de ajo
1 chorizo
1 morcilla
1 cucharilla de cominos
Pimienta en grano
Clavos de olor
2 hojas de laurel
Una cucharada de pimentón dulce
1/2 cucharada de pimentón de la Vera
Aceite de oliva virgen extra
Sal
ElaboraciónPoner a cocer los garbanzos en agua caliente.
Mientras, morear la cebolla y los ajos picados en un fondo de aceite.
Retirar del fuego y agregar el pimentón.
Remover rápidamente y agregar a los garbanzos.
Calentar en una sartén sin aceite, los clavos, el comino, la pimienta y el laurel.
Retirar el laurel y majar en el mortero las especias.
Agregar a los garbanzos junto a las hojas de laurel.
Dejar cocer a fuego medio.
Cuando los garbanzos estén tiernos, añadir el chorizo y la morcilla.
Transcurridos cinco minutos, incorporamos los callos y mezclamos con cuidado, zarandeando la cazuela.
Dejar integrar los sabores.
Reposar unos diez minutos antes de servir.
Destapar la olla y retirar un poco de la grasa que queda en la superficie para que quede más ligero, aunque es opcional.
Como veis, hay que ser resuelta en la cocina y aprovechar los ingredientes que tengamos a mano para improvisar una receta. Quedó una receta muy rica y quienes más las agradecieron fueron mis yernos, que son muy aficionados a los platos de cuchara.