A veces no nos damos cuenta del gasto de agua y energía que supone escaldar unos tomates. Si se trata de un kilogramo de tomates o más, estaría justificado. Sin embargo, no es lógico poner agua a calentar para pelar uno o dos.
¿Cómo lo hacían nuestras abuelas?
Cogemos el tomate y vamos deslizando el cuchillo sobre la piel, de manera que no la perfore.
Vamos arrastrándolo por todo el tomate hasta que notamos que a causa de la fricción la piel se ha desprendido.
Pinchamos con la puntilla la parte superior y vamos retirando la piel fácilmente.
De esta manera, ahorramos tiempo, agua y energía.
¡Un olé para nuestros mayores!
Muy buena idea me gusta besitos
ResponderEliminarSi Inma y muy práctica como tantas recetas y trucos de nuestros mayores.
ResponderEliminarBesos, Carmina.