Voy a daros dos opciones para realizar la conserva de tomate. Para la versión cocida emplearemos pimientos, cebollas y aceite de girasol.
Ingredientes
Tomates
Botes esterilizados
1 cebolla por kilogramo de tomates
1 pimiento por kg de tomates
Una cucharada de aceite girasol*
Receta tradicional
Para la receta de tomate natural, comenzamos lavando y escaldando los tomates.
A continuación, trocear. Retirar el exceso de semillas e ir depositando en el bote de cristal.
Cuando falte un centímetro para llegar al borde, se añade un poco de agua del propio tomate y con una brocheta se va pinchando alguna posible burbuja de aire, así se expulsa y se va rellenando de jugo.
Cuando están todos los botes llenos, se cierran herméticamente y se ponen a cocer a partir de agua fría.
Es importante colocar algunos paños de cocina en el fondo y entre los frascos para que al hervir no choquen entre ellos y puedan romperse.
Se hierven durante 25 minutos, dependiendo del tamaño del bote.
Dejar enfriar dentro de la olla.
Conservar en lugar oscuro.
Conserva de tomate cocido
Escaldar los tomates, pelar y retirar el exceso de semillas.
Pelar y trocear las cebollas y picar el pimiento.
Poner a cocer al mismo tiempo todo junto y agregar el aceite de girasol* (no es una fritura, es un cocimiento).
Dejar hacer a fuego suave, removiendo de vez en cuando hasta que se haya evaporado parte del jugo del tomate.
Envasar en caliente y cocer con el agua templada durante unos 25 minutos. Al igual que en el proceso anterior, colocar algunos paños de cocina en el fondo y entre los frascos para que al hervir no choquen entre ellos y puedan romperse.
Enfriar dentro del agua de cocción.
Estos tomates son muy prácticos para arroces, pisto o salsa tradicional. Yo lo prefiero porque le da un sabor diferente sobre todo a los guisos.
¿Por qué utilizar el aceite de girasol?
En este caso es una apreciación mía. He notado que con el tiempo hay un pequeño regusto de fondo en el tomate enranciado. En este caso, muy a mi pesar, prefiero el aceite de girasol.